REVALUACIÓN O SOBREVALUACIÓN, PARTE I

REVALUACIÓN O SOBREVALUACIÓN

“La intervención del banco central es la peor forma de estabilizar el precio del dólar, con excepción de todas las demás fórmulas conocidas”    Mauricio cárdenas
Amylkar D. Acosta M
Ex presidente del Congreso de la República
www.amylkaracosta.net
Bogotá, octubre 4 de 2010
EL DÓLAR MENGUANTE
Es una verdad de a puño que la revaluación de las monedas con respecto al dólar es un fenómeno universal e inexorable, debida a varios factores, entre ellos el pesimismo sobre el desempeño de la economía estadounidense. La recuperación de esta además de lenta ha sido poco vigorosa y lo que es más grave una de las peores secuelas de la crisis, el desempleo, no cede y amenaza con llegar al 10%. Como lo sentenció Paul Krugman, premio Nobel de Economía, la economía estadounidense necesita “un crecimiento del 2.5% tan sólo para impedir que el desempleo aumente, y un crecimiento mucho más rápido para lograr que se reduzca significativamente. Sin embargo, el crecimiento se mantiene en la actualidad entre el 1% y el 2%, con buenas probabilidades de hacerse aún más lento durante los próximos meses. Realmente la economía volverá a la recesión? A quién le importa? Si el desempleo aumenta durante el resto del año, cosa que parece probable, no importará si las cifras del PIB son levemente positivas o levemente negativas” . Y no es para menos, habida cuenta que la tasa anualizada de crecimiento del PIB en el segundo trimestre del año fue a duras penas del 1.6%, más de dos puntos porcentuales más baja que la del primer trimestre que alcanzó el 3.7%. De allí el temor de una nueva recaida de la economía norteamericana, arrastrando consigo a la economía globlal al foso de “una recesión de doble caida”  como lo augura Justin Yifu Lin, Economista Jefe y Vicepresidente superior del Banco Mundial.
Ben Bernanke, Presidente de la Reserva Federal (FED), luego de reconocer que la economía sigue sin salir de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), “vulnerable a desarrollos inesperados” , se resigna a esperar a que “pese a los datos débiles que se vieron recientemente, las condiciones para un repunte en 2011 se mantienen” . Dicho de otra manera, el año 2010 está perdido para la economía estadounidense. Su industria sigue rengueando, las exportaciones languidecen y las importaciones se acrecientan ostensiblemente. Ello se ha traducido en un déficit comercial de enormes proporciones; en los siete primeros meses de este año los EEUU acumularon un déficit comercial del orden de los US $288.928 millones. Y ello,  pese a la fuerte caída del déficit en el mes de julio con respecto a junio al pasar de los US $49.800 millones a los US $42.800. En tales circunstancias, los EEUU no tiene el menor interés en frenar la devaluación de su moneda, en la cual se apoya para tratar de reducir semejante déficit. Es tal la preocupación que invade tanto al Gobierno como al Congreso de los EEUU el marcado deterioro de su balanza comercial, que cursa actualmente un proyecto de Ley mediante el cual se espera contrarrestar el creciente déficit de su comercio con China, el cual se trepó en un 18% en los primeros siete meses de 2010, a US $145.400 millones, comparado con igual lapso del 2009. Se trata del proyecto de ley H. R 237, titulado Currency Reform for Fair Trade, modificatorio de la Ley de Comercio que data desde 1930, la cual regula actualmente las salvaguardias aplicables a las importaciones que involucren subsidios en sus países de orígen o vendidas en el mercado doméstico a precios de dumping. Con ello se busca forzar a China para que esta permita “una revaluación más rápida y significativa” de su moneda, el Yuan, como se lo solicitó recientemente Barack Obama al Premier chino Wen Jiabao. Como nos lo explica Andrés Espinosa F, Asesor del Ministro de Agricultura, “en lenguaje llano, el proyecto de ley determina que una sobrevaloración de la tasa de cambio del país exportador de más de 5% durante 18 meses, que genere un superávit comercial de orden global, podría ser considerado como subsidio o un facilitador de las prácticas predatorias del dumping, y como tales, accionables mediante aranceles compensatorios” . Esta medida podría desatar una guerra comercial entrambos países de consecuencias imprevisibles, especialmente para los EEUU, pues este puede terminar propinándose un tiro en el pié, dado que buena parte de las exportaciones de China a los EEUU corresponde a productos de empresas estadounidenses que se relocalizaron allá .
LA HUIDA DEL DÓLAR
El dólar junto con los bonos del Tesoro, pese a la baja de los rendimientos de estos, había servido de refugio a los operadores cuando la economía global estaba en el filo de la crisis, ahora han perdido su atractivo y han migrado hacia otras monedas o en las deudas alemana y japonesa . También han optado por tomar posiciones en el mercado de los commodities, a la espera de un escenario alcista de estos y ello ha contribuido al repunte de sus precios, los cuales se cotizan en la divisa norteamericana, en los mercados internacionales. Tal y como sucede con los tiburones y la sangre que los atrae, los especuladores han olfateado que allí habrán de obtener una mayor rentabilidad de sus inversiones y hacia ellos se han encaminado. Es el caso del oro, el cual, como lo afirma el analista de Societe Generale David Wilson, “está volando debido a las preocupaciones por el debilitamiento del dólar y la perspectiva de flexibilización cuantitativa”  con precios que ya superaron los US $1.300 la onza.  Y qué decir de la plata, que ha alcanzado los US $23 la onza, el más alto precio en los últimos 30 años. Es muy probable que se repita la historia del 2008 cuando el alza inusitada de los precios de los alimentos, atizada por la especulación en el mercado de futuros, puso en riesgo la seguridad alimentaria . No olvidemos que los mercados a menudo se adelantan a los acontecimientos y responden siempre a la teoría de las expectativas racionales propuesta por John F. Muth y desarrollada por Robert Lucas, que explica la razón de ser de las profecías autocumplidas.
EL PESO AL ALZA
Colombia, desde luego, no ha escapado a esta tendencia revaluacionista que la ha afectado con algunos altibajos desde 2003 . Entre agosto de 2009 y agosto de 2010 el peso se apreció en 19% con respecto al dólar; el los últimos 9 meses la cotización del dólar ha perdido $240 hasta situarse por debajo de la barrera psicológica de los $1.800. A ello han contribuido el auge de las exportaciones de productos minero – energéticos y los mejores precios de estos, las cuales van aparejadas de una mayor afluencia de Inversión Extranjera Directa (IED) a dicho sector, así como también el reciente repunte de las remesas de los colombianos residentes en el exterior. Pero, también han contribuido a ello otros factores que han servido de catalizadores, como lo veremos más adelante. Colombia no es la excepción en este sentido en América Latina; los demás países de la región han sido igualmente favorecidos por la tendencia que marcan los mercados de los productos básicos, la cual ha contribuido al mejor desempeño de su economía, a tal punto que se ha revisado al alza la proyección de la tasa de crecimiento promedio del 4% que se vaticinaba a comienzos de 2010 a tasas que superan el 5.5%.
La apuesta por este mayor crecimiento se fundamenta en el gran apetito del mundo, especialmente por parte de los países emergentes encabezados por China e India por alimentos, minerales y combustibles. Tal hecho ha llevado  a algunos analistas despistados como Eduardo Lora, Economista Jefe del Departamento de Investigación del BID, a considerar que “la fortaleza de las monedas latinoamericanas debe verse como el inevitable precio del éxito económico” . El eufórico ex ministro de Hacienda Oscar Iván Zuluaga sostuvo sin pestañear refiriéndose al caso colombiano en su acto de posesión que Colombia “es un país que está ofreciendo confianza, que genera credibilidad, y eso representa que su moneda se vuelva atractiva” , justificación esta que no está avalada por los hechos, ya que la procesión va por dentro. Como lo afirma el ex ministro Director del Instituto para América Latina en el Brookings Institution Mauricio Cárdenas, “la economía colombiana no anda del todo bien. La recuperación después de la crisis ha sido débil, especialmente cuando se la compara con la de las demás economías grandes de América Latina” . Tanto que los pronósticos más optimistas sitúan el crecimiento de su PIB para este año entre 4% y 4.5%, en contraste con el 5.5% promedio de Latinoamérica. Como es apenas obvio la revaluación afecta negativamente tanto a los renglones de exportación como a los productos no transables pero que compiten con los importados, dado que unos y otros pierden competitividad por cuenta del diferencial cambiario. Desde luego se favorecen con la apreciación de la moneda los importadores, comerciantes, consumidores de bienes importados y, cómo no, tanto el gobierno como los particulares que tienen deudas denominadas en dólares. En el caso colombiano se han visto afectadas particularmente las actividades de la floricultura, la textilería y la confección, así como la industria del cuero y la talabartería, todas ellas intensivas en manos de obra.
¿BOOM O BLUF?
La gran pregunta, que hasta ahora no ha tenido una respuesta oficial satisfactoria, es por qué Colombia con una revaluación del 12.8% en lo que va corrido del año acusa la más alta tasa de apreciación de su moneda en el mundo, como lo registró recientemente Bloomberg Noticias Financieras y Económicas. Le sigue de lejos en Suramérica el peso chileno en el puesto 21 del ranking con una revaluación del 3.8% y el real brasileño en el 35 con el 1.4%, los dos países cuyas economías muestran un mayor dinamismo. Cabe preguntarse qué hace la diferencia de Colombia con respecto a los demás países de la región. Se aduce que en los últimos años han ingresado al país ingentes sumas por concepto de inversiones, atraidas por el boom del sector monero-energético y ello ha venido presionando la tasa de cambio. Y se prevé hacia el futuro que tendremos aún mayores inversiones, las cuales amenazarían la estabilidad económica del país ante el riesgo de contraer la enfermedad holandesa. Citando al ex ministro de Hacienda Oscar Iván Zuluaga, nos dice el ex ministro de Minas y Energía Carlos Caballero Argáez que “fue, precisamente, el ministro saliente quien dio a conocer en los últimos meses de su gestión, la información sobre la inminencia de una bonanza de inversión extranjera y de ingresos de divisas en el sector de petróleo y la minería. Entregó a la opinión un cuadro que contenía el destino de los 50.000 millones de dólares de inversión en el sector minero-energético para el período 2010 – 2015. Monto que se elevó después a 60.000 millones, cuando se incluyeron las inversiones requeridas en la ampliación de la infraestructura de transporte de crudo por el incremento en la producción” .
Con el objeto de magnificar el impacto de la bonanza que se espera se habla sólo de la afluencia de divisas al país merced a las mayores inversiones, pero se desestiman las cifras atinentes a la repatriación de recursos hechas por las mismas empresas inversoras, que es la única forma de establecer el saldo neto al final del día. Las cifras son elocuentes y hablan por sí solas, veamos. Entre el segundo semestre de 2002 y 2009 ingresaron al país US $49.172 millones por IED (B de la R). Pero, para el mismo período Colombia giró al exterior US $35.489 millones en utilidades que remesaron (libre de impuestos) esas inversiones, equivalentes al 72% de dichos flujos de IED. El caso del renglón petrolero fue patético, puesto que en igual lapso giraron al exterior utilidades equivalentes al 117.7% de lo que invirtieron en esos años. Esto es, por cada dólar invertido se giraron al exterior un dólar con veinte centavos de utilidades. Según el profesor Germán Umaña, “en el período 2006 – 2009 ingresaron 26.000 millones de dólares y egresaron 27.000 millones de dólares, y en el año 2009 los ingresos alcanzaron 6.500 millones de dólares y los egresos 9.500 millones de dólares” . Gracias a la actividad petrolera y minera, entre enero y marzo de este año Colombia registró ingresos por IED de US $4.179 millones, con un incremento de US $530 millones frente a los registrados en el mismo período de 2009. En el mismo período salieron capitales por US $2.142 millones asociados a reembolso de capital de la inversión extranjera en Colombia. Hablando del primer semestre de este año, se observa que la IED fue de US $4.115 millones, inferiores a los US $5.043 millones de igual período del año pasado. Pero, esto no es lo peor, resulta que en ese mismo semestre se registraron giros  al exterior por valor de US $5.439 millones por concepto de reembolsos de capital, a los cuales se le vienen a sumar US $4.838 más por remesas de utilidades, superándose de este modo con creces lo que había entrado.  No hay tal, entonces, que el país se haya visto desbordado por la entrada masiva de capitales producto de la “confianza inversionista” y que sea ello lo que justifique la imparable revaluación del peso por encima de los demás países.
La sobrevaluación, producto de una distorsión del mercado y expresada en un desalineamiento de la tasa de cambio, más que la revaluación del peso, junto con la alta tasa de desempleo se han convertido en los dos grandes desafíos - issus, como los llaman los norteamericanos - que enfrenta la administración Santos en el frente económico. El anterior Gobierno, preso de la autocomplacencia, poco hizo por atenuar la sobrevaluación del peso; por el contrario, con su indisciplina fiscal se encargó de estimularla. Al término de su gestión entregó la economía con un déficit fiscal del orden del 4.5% del PIB y con un endeudamiento del 39.4% del PIB, en el límite de su sostenibilidad. Como lo señala Dinero “cada vez que la Tesorería monetiza los dólares que el Gobierno consigue por fuera, el peso se revalúa. Si este desequilibrio no se corrige, no será posible aminorar el impacto de la revaluación de la moneda” . Tanto la monetización de los recursos provenientes del endeudamiento externo por parte del sector público y del privado, como la presión sobre las tasas de interés del mayor endeudamiento interno, han contribuido enormemente a la apreciación del peso y de qué manera. Un dato muy reciente del Banco Emisor da cuenta de cómo a septiembre 3 de este año se recibieron por concepto de préstamos del sector privado la suma de US $4.997 millones, casi 7 veces más que en igual período del año anterior cuando llegó sólo a los US $717 millones (¡!), entendible dado que las tasas de interés domésticas son más altas que las internacionales. Por su parte la monetización de recursos provenientes del exterior por parte del Gobierno ascendió a los US $4.747 millones (¡!).  Y esto sí que presiona la tasa de cambio.
A esto se añade la gran afluencia de capitales especulativos, más conocidos como capitales golondrinas. Como lo señala el analista Mauricio Cabrera, “el exceso del dólares no viene del comercio exterior; más aún, a pesar de la supuesta bonanza petrolera y minera el saldo de las exportaciones e importaciones de bienes y servicios es cada vez más negativo, pues en 7 meses del 2009 teníamos un déficit de US$3.200 millones y este año este ha aumentado hasta US$5.900 millones. La razón es que los ingresos de exportaciones sólo crecen 1,8%, mientras las importaciones 16%” . Tampoco es atribuible la avalancha de dólares a la IED, pues cómo lo aclara el mismo Cabrera, “la inversión extranjera de largo plazo sólo representa menos del 20% del incremento de ingresos mientras que los ingresos de capitales de corto plazo y por créditos son la causa principal. En efecto, la inversión de portafolio aumentó US $700 millones y los créditos en monedas extranjeras de los bancos muestran un incremento neto de US $2.400 millones con respecto al 2009” . Coincidimos con el profesor Cesar A Ferrary en que definitivamente, “el mayor flujo de divisas proviene de un mayor endeudamiento en el exterior del sector privado: a julio de 2010 éste era de US$ 6.811,7; en 2009 fue de US$ 4.736. No es para menos. Mientras haya disponibilidad de recursos en el exterior, por la abundante monetización del déficit fiscal estadounidense, y la tasa de interés de colocación en Colombia sea tan elevada frente a las tasas internacionales, siempre habrá un incentivo para las empresas en Colombia a endeudarse en el exterior” . A ello sumémosle el cúmulo de divisas que ingresan subrepticiamente al país a través de las torrenteras del lavado de activos y el narcotráfico, las cuales son muy difíciles de cuantificar. En todo caso, cada vez son más frecuentes y cuantiosos los hallazgos de contenedores, guacas y caletas atestadas de narcodólares; esto, para sólo referirnos a las incautaciones, pues resultan inimaginables las sumas que alcanzan a filtrarse escapando al control de las autoridades. El diario El Espectador destacó que “no es gratuito que en los últimos seis meses hayan sido 111.000 las operaciones sospechosas”  y se aventura a estimar que “en el país los narcos y otros grupos irregulares lavan, por lo menos, cinco mil millones de dólares al año” , suma esta que no es despreciable El codirector del Emisor Juan José Echavarría se muestra escéptico sobre la posibilidad de que estos dineros calientes puedan estar presionando la revaluación y con el mayor candor del mundo dice “no creer en esa teoría, pues si así fuera esta sería mayor a la de otros países”  y es que acaso no lo es?

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